sábado, 5 de febrero de 2011

La niña compró un erizo, batallas perdidas,  rompe con sus puños el viento, cuanto tiempo tendrá que esperar un estanque de flores moradas, tiempo muerto, no entiendo el significado de sentir, ni siquiera quiso sentir,  sabia que había rituales que no eran reales, componente de una vida que es la suya. Ella vistió su cuerpo con desnudes, su piel se transparento ante la violencia del ruido,  visiones de un mundo de girasoles, veredas que partieron el cáncer que llevaba dentro,   la niña vendió sus sueños con cuentas gotas que narraron su silencio, por cuanto segundos podría aguantar sin respirar,  cuanto tiempo tendría que esperar y mantener los ojos cerrados, sé miro a si misma cuando se arrojo al estanque de viento, colores marrones cubrieron su cuerpo, se olvido donde dejo sus girasoles y donde enterró sus semillas, pero estaba segura que millones de baterías cuidarían de su jardín, del árbol morado que viva en medio de su camino,   detener los pensamiento era lo que buscaba hacer y se armo violentamente de palabras, nadie supo porque quería esconder sus sueños en hojitas verdes de su piel, revoluciones  de si misma,  mundos que la abrazaron en ritmos violentos, deseo, ansiedad, silencio.
     Ella era la niña que tenia violencia en el corazón y en la venas, porque así creció, eso fue lo que conoció del mundo que la rodeaba, ella fue violenta con el destino que le componía sinfonías de vida, Ella no quiso escuchar razones,  tenia  muchas ideas, ideas vivas, ideas que le arrancaron el bit de de memoria. Ella no sabia que pasaría con ella.  Así que se olvido de ella misma y .en su conciencia  le gusta guardar  los sonidos metálicos, le dieron dos centavos por sus costumbres rotas, no existen formulas para  pelar entre  soñadores,  ratones confundidos corrieron por su casa,  se le perdieron sus girasoles, no supo donde los dejo, esta vez no había vuelta atrás, esperanza cambio por metáforas, sintió pena por sus intenciones, susurro  le llamaron la cabeza de voces que crearon un camino de insolencia, Ahí se quedo, porque tuvo que irse con ella misma. 

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