sábado, 31 de enero de 2009

Hoy desperté con esas sensaciones de haber comido un tulipán, realmente nunca me han gustado las flores y menos las margaritas y las rosas, aunque tengan espinas y sean de un extraño color rojo donde creen insectos circulares y las vitaminas del cuerpo nos devoran con el infinito recuerdo quien han sido devorados, como bacterias o parásitos o los demonios que circundan nuestros laberinto de ideas, hace mucho que o mas bien nunca antes había sentido la obstinación del alma y el recuerdo de la perversidad
Desperté con la sensación de los pétalos en mi boca, como si un individuos extraño e indiferente hubiera absordido la perfecta simetría de mis ojos para alojarse en ellos como un detractor y devorados de esencias, la mía no era azul y por eso necesita el aire que emanan las flores era necesario para sentir como se apoderaba de lo que no era suyo, cada parte de él se movía circulante en mi cuerpo, era un hombre sin alma de aquellos que necesitan los golpes al vació para sacar la vitalidad del cuerpo, para romper con la ansiedad, ayer descubrí mi frialdad ante esa situación porque el individuo sólo puede pasar si el aire de mis sentimientos y las neuronas de mi cuerpo lo permiten.

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