domingo, 13 de enero de 2008

Te miro, eres distante, eres sonoro. Tan sólo conozco la partitura de tu vida, las notas que nos elevan y nos destruyen por ser incapaces de reconocer el sonido, que nos quita lo hueco de nuestras razones.
El era un niño musical que esperaba poder componer una historia de vida en cada canción que se le impregnaba en la memoria, en cada pedazo de ritmo lo cubría de lentitud para poder saborear los sonidos en los labios. Sus labios tenían dos líneas verticales que diluían sangre de sonidos
No te das cuenta de que las melodías ya decidieron por nosotros, pensaba, la niña que lo miraba desde la distancia que hay entre el aire y las ideas que generan imágenes. El no sabía que pasaba entre ella y la ilusión de las miradas perdidas e incompresibles.
Si tan sólo salieras de ese mundo que has cubierto de música y viejos sentimientos que nos generan desazón de ritmos, si tan solo supieras que es lo pasa entre las ilusiones y las verdaderas melodías. Sabrías como elaborar un doceavo e infinito recuerdo de paisaje que no es sonoro. Si no musical

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